lunes, 19 de septiembre de 2011

Ayudas sociales

Ayer leíamos un artículo en el Diario Vasco respecto de las ayudas sociales que titulaba "¿Un empleo? Gracias, pero prefiero seguir cobrando la ayuda."

No vamos a dudar que con esta crisis hay familia que lo están pasando realmente mal, pero tampoco podemos obviar que en este bendito país la picaresca no solo esta muy introducida, sino que además está bien vista.

Tenemos que entender que todas estas ayudas fraudulentas no las pagan los gobiernos, sino que las pagamos entre todos, y especialmente los trabajadores.

La sociedad no puede mirar a otro lado y pensar que "listo" es el que obtiene estas y otras ayudas sin merecer y seguramente sin necesitarlo.

Y en esta línea creo que los propios sindicatos deberían de ser parte activa. En mi opinión los sindicatos han cometido el grave error de defender al trabajador, aunque fuese claro que no lo mereciese.

No hace mucho tiempo se conoció el caso de un trabajador despedido, ya que la empresa demostraba que trabajaba como pintor mientras se encontraba de baja laboral. No voy a decir que sindicato , todos lo hacen, defendía al trabajador, atacando a sus compañeros.

Con esto no voy a justificar los cientos de abusos que también se están cometiendo por parte de la patronal, pero tiene que llegar el momento que olvidemos corporativismos y defendamos las justicia.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Muy buena reflexión sobre que son políticas de izquierdas y de derechas

Del Facebook de Cesar Arrizabalaga, ex-alcalde de Montcada i Reixac:
"Por lo pronto 500 liberados sindicales vuelven a sus puestos. Algo de coste social parece que es, en tanto que se aligera una fuerza reivindicativa. Podemos hablar de efectividad de sus acciones, pero sería como justificar que se corte una mano al ladrón, por el hecho de que esa mano cometía actos delictivos. Se congelan las plantillas, y se aumentan las horas docentes de los profesores. Algo de coste social parece que sigue siendo. Se recortarán subvenciones, y se privatizará la radio televisión pública, que algo de coste social parece que sí representa. Suprimirá algunas empresas públicas y algunas fundaciones. Pues eso recortes en Sanidad y Educación pública. No es un coste para los castellanomanchegos, claro. Sobretodo si entendemos por coste, que un señor llegue a casa y te pida dinero. Si entendiéramos el concepto coste como dinero que dejamos de recibir, servicios (que al final cuestan dinero) que pierden calidad, o se suprimen, el valor de instrumentos y herramientas que garanticen nuestras libertades… entonces igual sí que podríamos decir que tiene un coste. Que se puede medir, valorar, cuantificar. Pero a ese punto de la reflexión nunca se llega, y no se llega porque todo aquello que está más abajo del titular, se nos ha convertido en letra pequeña.
La receta propuesta para los desmanes de un liberalismo que ha dejado pudrirse a lo público, es más liberalismo. Durante años nos han machacado con la idea falsa de que educación y sanidad privadas eran mejores y más eficientes, que los funcionarios son todos unos vagos, que el dinero de nuestros impuestos está mal gestionado, y que mejor cada uno se lo guise y se lo coma. A quien le vaya mal será por maleante, vago, no habrá aprovechado las oportunidades que le brinda la vida, o algo habrá hecho. Si está en paro es porque no sabrá inglés, o alemán, o lapón. Si no pueden pagarse médicos, es porque se habrá gastado el dinero en el bingo. Los que llevamos generaciones ostentando fortunas, te decimos que un sistema que te deja indefenso ante nosotros es el mejor. Y tú lo crees porque te sientes calentito si no te obligan a pensar.
Y el discurso ha calado. Porque he escuchado esos argumentos en boca de personas cercanas, no de La Gaceta, ni de Mariano Rajoy. Me lo ha contado gente cercana, de los que barren la clase obrera bajo la denominación “media”. La cantinela de la identificación de lo público con la falta de productividad y el mal, está en la calle y me la han repetido por doquier. Y esto es lo que nos encontramos. Sacudir de un puntapié en las urnas el polvo de décadas socialistas está bien, pero un terremoto también sacude.
Es el terremoto de la derrota total, del final de años de tiranteces entre lo financiero y lo ideológico. Y como esto no es una película de Hollywood, acaba ganando el favorito. Igual hay que entenderlo todo en clave postmoderna y dejarnos de mamonadas. Igual es que el YO está llegando a un tope borracho y auto (cómo no) destructivo."

Una forma clara de explicar lo que nos espera si dejamos que el liberalismo más radical entre en nuestras vidas.

Estamos a tiempo de evitarlo, sino después ... A DISFRUTAR DE LO VOTADO".