Algunos afirman que el
PSOE se encuentra en la peor situación en sus más de 100 años de historia. Supongo que no conocerían como se encontraba durante la guerra civil o durante la dictadura franquista.
Lo que es evidente que se encuentra en la peor situación desde la restauración de la democracia. Ha dejado de ser el referente de la izquierda y navega sin rumbo fijo entre las turbulentas aguas de la crisis.
Su pérdida de credibilidad es devastadora, y la falta de una propuesta real y creíble de alternativa ha hecho que muchos de sus votantes le den la espalda, y hasta me atrevería a afirmar que muchos de los que le han seguido votando lo ha hecho por inercia o simplemente por que no encuentran otra alternativa que le convenza.
Pero más preocupante es aún la falta de autocrítica interna y la falta de nuevos liderazgos dentro del partido.
En el mundo en el que vivimos, en este nuevo siglo XXI en el que la comunicación es la base de toda actividad la capacidad de liderazgo se torna en uno de los rasgos más importantes a desarrollar en cualquier organización.
Sin discutir la capacidad política de los actuales dirigentes del partido está muy claro que son figuras totalmente amortizadas políticamente, sin ninguna capacidad de liderar una alternativa creíble para los ciudadanos cansados de ver como después de sus errores siguen empeñados en ser referentes del socialismo, lo cual es simplemente imposible.
La pregunta que habría que hacerse es que si existe una verdadera voluntad entre los dirigentes del socialismo español en pasar página y dejar crecer a nuevas generaciones de líderes y no enrocarse en la actual situación.
Si el Partido Socialista no vuelve a integrarse en la sociedad, en los movimientos sociales, vecinales, etc., en buscar nuevos líderes entre la sociedad civil, y sigue creando una organización rígida impermeable al sentir de las clases en las que se basaba su electorado, seguirá cayendo y cavando más al fondo de su actual situación.
Esto no tiene que suponer que dentro del partido no haya personas capaces de asumir estos liderazgos, que seguro que las hay, pero lo que hay que tienen que asumir es que la mayoría de los que los dirigen actualmente no pueden serlo.
Este nuevo tiempo debe de ser liderado por nuevas personas, nuevas ideas y una nueva forma de hacer política no desde los despachos sino desde la cercanía al ciudadano.