
Ninguna de estas dos circunstancias se han dado.
Este ya enésimo escándalo de la casa real española, y todas las circunstancias relacionadas, más los casos Froilán, Urdangarín, la relación familiar, etc. que se han ido conociendo en los últimos tiempos que se tendrían que sumar a todos aquellos que no hemos conocido, o que los medios, especialmente los afines a la monarquía, se han ocupado de ocultar, nos hacen llegar a un punto en el que debemos de plantear con total rotundidad la absoluta obsolescencia de la institución monárquica.

No esperemos al siguiente 14 de abril para acordarnos de la república, todos los días son buenos para reclamar el cambio a esta forma de estado propia de países avanzados y democráticos.
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