martes, 11 de octubre de 2011

Si hay diferencias

Son muchos los que siguen opinando que no existen diferencias entre las políticas de izquierdas y las de derechas. En mi opinión en lo que no han existido diferencias es en las políticas económicas, que no sociales, que han desarrollado diversos gobiernos de derechas y de izquierdas tanto en nuestro país como en el entorno europeo.

Pero si se ha de recalcar que si existen dichas diferencias, y esta complicada coyuntura en la que nos encontramos es preciso hacer un ejercicio de reflexión individual para ver de que manera poder y debemos ya no solo salir de esta crisis, sino ir construyendo una sociedad más justa y más igualitaria para nuestros hijos.

Vamos viendo, poco eso sí, cuales son las recetas de la derecha, y no solo de la española sino también de las nacionalistas. Políticas liberales de reducción de ingresos para incentivar al que ya tiene dinero para facilitarle que ese dinero sea productivo, es decir, dar facilidades al rico para que después se pueda beneficiar el pobre. Recortes en educación y sanidad, que afectan sobre toda a las clases bajas que no disponen de seguros de salud ni llevan a sus hijos a colegios privados.

En definitiva, dar el poder al dinero para salir de la crisis, dar facilidades a quien no sufre para que genere recursos que más tarde podrían se aprovechados por los que de menos disponen.

Ante estas medidas de carácter económico, por que de la parte social no hay ninguna duda de la  diferencias (aborto, matrimonio gays, pena de muerte, etc.), existen otra serie de soluciones mucho menos traumáticas para las clases sociales menos pudientes. Soluciones que aumenten los ingresos de las administraciones de una manera justa, que paguemos entre todos, pero que paguen más los que más tienen.

Que se invierta en educación, es la inversión en nuestro futuro, es impensable que la educación tenga que pagar los platos rotos de las malas gestiones, que se recorte, y no nos engañen con los ajustes, los servicios sanitarios públicos, y se sigan subvencionando los privados.

Eso si, no caigamos en la tentación del subvencionismo, del regalo de ayudas. Al que quiera trabajar que se le ayude, pero el que no quiera trabajar, no tiene que convertirse en un receptor infinito de ayudas.

Nos estamos jugando nuestro futuro y el de nuestros hijos.







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